Abuso sexual de menores

El abuso sexual de menores se refiere a cualquier conducta sexual mantenida entre un adulto y un menor. Más que la diferencia de edad -factor, sin duda, fundamental que distorsiona toda posibilidad de relación libremente consentida-, lo que define el abuso es la asimetría entre los implicados en la relación y la presencia de coacción -explícita o implícita-.  Las conductas abusivas, que no suelen limitarse a actos aislados, pueden incluir un contacto físico (genital, anal o bucal) o suponer una utilización del menor como objeto de estimulación sexual del agresor (exhibicionismo o proyección de películas pornográficas).
No es fácil determinar la incidencia real, la Campaña del Consejo de Europa contra la violencia sexual sobre niños, niñas y adolescentes, nos advierte de la incidencia de un 20% de menores abusados. De ahí el nombre de la propia Campaña uno de cada cinco. Los datos posiblemente fluctúen hacia lo ascendente pues se ha pasado de un fenómeno del abuso ubicado en lo intrafamiliar para convertirse en un delito ejercido en red; cada vez son más frecuentes los descubrimientos de redes de tráfico y explotación sexual infantil.
A lo largo del presente año son numerosas las detenciones de abusadores sexuales de menores y traficantes de pornografía infantil, violaciones, asesinatos desapariciones y torturas. En Europa desaparecen al año 250.000 niños, Fuente: Missing Children, de los cuales 7000 acaban en manos de mafias de explotación sexual infantil. El 10% de las víctimas de pedofilia son menores de dos años, Fuente: Europol. Existen hoy 552 asociaciones reivindicando el derecho de los pedófilos, Fuente: Meter. 750.000 pedófilos se conectan cada día para compartir archivos en EEUU, Fuente: ONU y FBI.
Lo alarmante es por qué no se elaboran mecanismos de protección para la Infancia, por qué los Estados, las escuelas, las organizaciones y las familias no llevan a cabo acciones para la prevención.
Las secuelas de los abusos son severas, y su repercusión abarca la salud global de la persona, física y psíquica, serios trastornos de conducta y personalidad, multitud de enfermedades físicas, psicosomáticas y déficits autoinmunes.
Se evidencia asímismo que la respuesta de las familias ante la revelación del abuso por parte del/de la niño/a es esencial para su proceso de superación, y existen estudios respecto a la ineficacia y la no capacidad de las familias respecto al afrontamiento de los abusos sexuales de los niños y las niñas. Esto da lugar a mayor vulnerabilidad y mayor desprotección y desatención. Pero la experiencia clínica y la investigación indican que el tiempo solo no logra curar las heridas psíquicas (Terr, 1991), y es importante para la recuperación del trauma que la Terapia comience lo más pronto posible. Con ello la posibilidad de desarrollar resiliencia “se teje” como apunta Aldo Melillo: “La resiliencia se teje, no está ni en el individuo ni en el entorno, sino entre ambos porque enlaza un proceso interno con el entorno social”.
El Abuso sexual a menores es la forma de violencia más soterrada, dolorosa y cruel, los datos indican que un veinte por ciento de los niños y las niñas sufren algún tipo de violencia sexual en la Infancia, uno de cada cinco es la fórmula para esta miserable realidad, cifra que ilustra y ofrece el retrato robot de la sórdida y terrible realidad oculta en nuestra sociedad y en sus redes. El experimento que ha sido llevado a cabo por la ONG Terre de Hommes, en el que se creó la imagen de Sweetie de 10 años y filipina, atrajo en diez semanas a 20.000 adultos en la Red dispuestos a abusar de ella. Internet se ha convertido en una plataforma para el tráfico ilegal de abominables prácticas, de la que agresores sexuales de menores se valen para actuar impunemente, en internet siempre es de noche.
Lidia M. Rodríguez Rodríguez
Psicóloga Infantil y de Adultos en el Gabinete Psicologíco-Psiquiatrico P.Cañeque
Especializada en Violencia de Genero y Abusos Sexuales